Estoy segura que a todos nos fascina dejarnos hipnotizar por esa ilusión óptica de la línea imaginaria donde el mar se une al cielo. La primera vez que estuve en el mirador de La Garañona no supe apreciar la magia del lugar. Había allí una cafetería o heladería que en ese momento estaba abierta, además de otros visitantes. Ese ruido hizo que me perdiera el silencio y el hipnotismo de las vistas.
No es un lugar escondido, mucha gente lo conoce, pero apuesto a que otros tantos en Tenerife nunca han estado allí.
La segunda vez apenas había gente. Y ese día un amigo con el que iba tomó esta foto y otras.
Solo hay que escoger un momento adecuado para visitarlo. Pero valdrá la pena. Te hipnotizarán desde el horizonte y desconectarás de todo lo que no sea el infinito mar.